Playa Punta Ventana
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Camino Punta Ve |
Un día cálido y con viento recio en una travesía de dos millas sobre un camino de tierra y justo a los laterales una hermosa sembradía de mangos. Cuando al fin llegas a la orilla de la playa y logras ver la majestuosa ventana te quedas asombrado, definitivamente nuestra Isla (Puerto Rico) es todo un caudal de belleza.
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Punta Ventana, Guayanilla Puerto Rico |
Después
de ver la ventana, pensé que si había llegado hasta allí de nada valía no ver lo que hay del otro lado, pero me asaltó la duda y un poco de temor, porque no
estaba sola en ese remoto lugar, habían dos jóvenes frente a mí, un hombre con un bastón
y otro en bicicleta... mi único acompañante era mi Señor y mi
compañera Canon.
Siempre me hago la misma pregunta… ¿Qué diache hago aquí en medio de la nada?
Muchas veces
salgo con mis colegas fotógrafos, pero hay momentos que necesito mi espacio. En fin…luego de hacerme la misma pregunta me
viene a la mente una de esas películas trágicas y después que voy de camino, viro a tomar una foto al carro de los jóvenes y los dejó que me lleven la
delantera. El del bastón se quedó lejos y el de la bicicleta no lo volví a ver.
Cobré aliento, ánimo y proseguí hacia el tope de la ventana.
Cuando veo lo difícil e incómodo que sería el trayecto para llegar al otro
lado, me entra el frío olímpico y pensé que no podía y viré…pero me dijé; “carijo
ya estoy aquí, si lo sigo pensando no lo hago”, así que mi espíritu aventurero
pudo más y me arriesgué.
A la verdad que hay
que tener agallas para subir por tantas piedras rocosas, porque lo que si tengo son unas cuantas
libras de más que me hacen la aventura más difícil, pero aún así mi cuerpo no olvida que fui atleta y me queda resistencia.
Una vez en la cima, afirmo que bien valió la pena el esfuerzo y la “locura” de llegar hasta allí y poder contemplar tanta hermosura.
Me encontré con tanta belleza que se me olvidaron los
individuos y para colmo el agua también. Pero pude disfrutar y reconocer quien
puso todo aquello ante mis ojos y elevar un cántico de adoración al dueño de
todo lo que mis ojos alcanzaban a contemplar y dar gracias por cuidarme una vez más en
una de mis descabelladas aventuras.
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Punta Ventana, Guayanilla Puerto Rico |
Todo transcurrió tranquilo, los dos jóvenes alcanzaba a
verlos a lo lejos y eso me hacía estar más tranquila. Cuando decido irme porque
no resisto la sed, me pregunto si había otro camino para salir. Pues ni modo, tomé el mismo y vaya susto el que me doy cuando me encuentro de frente al
hombre del bastón y grité como loca ¡qué madre…qué susto! Cuando el hombre me
escuchó gritar eso tan fuerte, me miró fijo a los ojos y se empezó a reír, así
que bajé aquello a las millas y para mi sorpresa los jóvenes iban bien adelante…o
sea que sí había otra salida. ¡Jaja que mal!
Al llegar a mi carro encuentro al hombre de la bicicleta…bueno, estuve todo el tiempo sola y con aquellos cuatro hombres en el mismo lugar,
pero siempre Dios estuvo allí.