Aquella oración cambió mi vida…
¡Viviendo para su Gloria! |
Señor, si tu amor es perfecto, lo único que yo necesito es
un poquito de tu amor depositado dentro de mí corazón, tan solo un pedacito de
tan perfecto amor en mí, podría cambiarme y cambiar mi actitud hacia los demás, hacia la
vida misma.
Lo contrario al amor es el odio…pero, cuanto tiempo he
creído semejante tontería, si lo contrario del amor es el temor…
Porque el verdadero amor echa fuera todo temor.
El único, verdadero, autentico y genuino es el amor de Dios,
amor que es perfecto, sublime, inagotable y eterno.
Se terminará TODO en el mundo pero el amor de Dios NUNCA
dejará de ser.
El temor te llena de duda e incertidumbre, te impide ver y
actuar a favor del plan perfecto que Dios tiene trazado, éste se cumplirá, pero
en ese lapso de tiempo que estas “paralizado” por el temor se pierden
oportunidades e innumerables bendiciones.
Entonces para que quiero yo un poco de su amor, ¡NO! Ya no
más esa oración simple y conformista.
Es mejor anhelar que Dios nos llene, inunde y sature de su
amor, que ese perfecto amor llene nuestra copa hasta rebosar, hasta que
sobreabunde, solo con la plenitud de su llenura podremos andar en su perfecta
voluntad, en el espíritu, equipados para estar en la brecha de la batalla, para
estar vigilantes, para orar sin cesar y en todo tiempo, estar en las obras que
El preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Tan solo así, podríamos dar más de lo que tenemos, porque no
es nuestro, no te lo puedes quedar, eso cambiaría el yo, nuestro entorno y
tendríamos suficiente para dar a los que no tienen nada.
Nos haría ver las cosas como en realidad son, desde una
perspectiva espiritual, desde lugares celestiales, quizás nos sacudirá de
nuestra zona de comodidad y nos moverá a ser más efectivos en la gran comisión,
en realidad podríamos ver a nuestros semejantes a través de los ojos amorosos
de Cristo, viviríamos sin amargura, en plena libertad sin ser esclavos del
rencor, el odio y la falta de perdón.
Si nuestra copa estuviera rebosante de amor, se desbordaría
e inevitablemente salpicaría a los demás, de tal manera que con ese “poquito de
amor” un día seas impactado con el anhelo de ser egoístas y querer más y más
amor hasta que sobreabunde.
Porque si no tengo amor, NADA soy.
En el AMOR no hay TEMOR, sino que el perfecto AMOR echa
FUERA el TEMOR; porque el TEMOR lleva en sí castigo. De donde el que teme, no
ha sido perfeccionado en el AMOR.
1 Juan 4:18
Leer:
1 Corintios 13: 1-13