¡Me caso!
Mi corazón palpita desenfrenado, siento una excitación
mariposear en mi interior, mis manos transpiran, ojos que brillan cuán alucinante
deleite, y las noches se vuelven como columpios en sábanas de tercio pelo.
Es una de las ilusiones más grandes que puede tener una
mujer, soñamos con ese “príncipe azul” que nos hará feliz toda una vida…
Sentir que tu vida gira en torno a esa persona, que no
quieres hacer o ir a ningún lugar si no está, quizás algo de obsesión, no sabes
poner límites a tus sentimientos, jummm puro enchule…
¡Al fin! Repicaron las campanas, sólo las de tu imaginación porque
te casaste por un juez, ya se fue a pique un sueño, pero no importa… ya hay un
papel que certifica que eres la señora tal.
Esos primeros días con tu amado son… ¡mmm, que deleite!, no
quieres que termine, a pesar de que ya habías probado el bizcochito, de ese
azucarado que quieres más y más cada día.
Pero, algo pasó… es cuestión de tiempo para que la magia fragmente.
Va menguando el compromiso y se mezcla con la soltería, es
como fusionar el agua con el aceite.
El compromiso se va al piso y la soltería queda en la superficie, creando contaminación que a su vez se vuelve más densa y tóxica.
Cuando llega a ese punto asfixiante donde sientes que te
oprime el corazón y espaciosamente aquel sueño va muriendo, dejando a su paso un
vestigio de soledad, sueños convertidos en desvelo que fueron apagando el
palpitar de un corazón desenfrenado que sólo sabía amar y tuvo que aprender a
olvidar.
Cuando el compromiso debe ser entre dos, pero el
comprometido es sólo de uno…
El compromiso es una palabra ya dada, una promesa, una declaración
que pone en evidencia la madurez y los principios, es una obligación que se ha
contraído y el mismo debe ser compartido.
Lamentablemente por la carencia de compromiso hoy, muchos
hogares están destruidos.
Si estás pensando en casarte, piensa si estás lo
suficientemente comprometido.
AMAR es una decisión,..
AMAR es una decisión,..
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