Foto tomada en Playa de Ponce, Puerto Rico- yaniremartinezphotography |
Este ejercicio de mirar el océano es algo maravilloso, deleitarte en la inmensidad del mar y bucear
Todos tienen una función específica, pero de momento… me
invade la imagen de la cadena alimenticia.
Nosotros los boricuas tenemos un refrán, “El pez más grande,
siempre se come al más pequeño”.
Así mismo somos nosotros con nuestro egoísmo e ínfulas de
grandeza, también lo podríamos describir “quítate tú pa’ ponerme yo”.
Y si de escalar una posición se trata, justo allí aflora el egoísmo, y con tal de ser primero y reconocido “a arrancar cabezas se ha dicho”.
Tenemos una necesidad de reconocimiento increíble y luchamos
por estar en el primer lugar, competimos entre nosotros en todos los ámbitos, no
importa sea secular o cristiano.
Nuestras vidas giran en torno a una competencia, concurso, “reality
show”, etc.
Desde pequeños nos enseñan a competir entre nosotros, y
lamentablemente todo comienza en el hogar, cuando los padres por ignorancia
comparan a los hijos, es allí donde comienza el problema, pues deberíamos
educar que somos seres auténticos.
Criados bajo el mismo seno, mismas costumbres, estructuras,
reglas, de los mismos padres y somos tan diferentes, caminamos, reímos,
lloramos, hablamos y pensamos diferentes.
Este es el momento de otorgarle valía a nuestra
individualidad como ser humano.
Por lo tanto, Dios es un ser creador de gran versatilidad y
nos diversificó de tal manera que nos hizo diferentes a todos, como por
ejemplo, nadie tiene tu misma huella digital…detente a mirar tus huellas un
momento y piensa en eso.
Dios regaló talentos a todas sus criaturas y a sus hijos les
otorgó dones. Y lo hizo con el propósito de usarlos y compartirlos.
Dar por gracia lo que por gracia hemos recibido, esto quiere decir que son regalos inmerecidos.
Dar por gracia lo que por gracia hemos recibido, esto quiere decir que son regalos inmerecidos.
¡Ah! Pero nosotros nos empeñamos en otorgarnos todo el crédito,
guardarlos para nosotros, y para colmo competir por ellos.
Entonces comienzan a marcarse las diferencias que nos
desunen como raza y nos hacen devorar a la presa que creemos menos que
nosotros.
Alguien a quien respeto mucho dice “es un gusanito que vive
dentro de uno” el orgullo, el cual hay que tenerlo dominado para que no salga
de nuestro interior y se haga sentir.
En nosotros no debería existir tal cosa, “como la cadena
alimenticia”, porque somos seres racionales y nuestra supervivencia debería ser
otra.
Se supone que amemos a nuestro prójimo como a nosotros
mismos, más la triste realidad es que
nuestra cadena es la del pecado, y éste nos hace ver a nuestro semejante
con inferioridad y no como lo que son, parte de la creación de Dios.
Tenemos el enfoque distorsionado y los vemos con altivez,
orgullo, arrogancia, desprecio, y por encima del hombro como si fuesen menos.
En todos los tiempos los hemos clasificados por sus estilos
de vida, intelectos, posiciones económicas, formas de vestir, apellidos, etc.
Que ilusa tontería…
A la hora de la verdad, nada te hace mejor que nadie.
Romanos 12:3:
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que NO TENGA más ALTO CONCEPTO de sí que el que debe
tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno.
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