La vida te enseña en determinado momento que debemos ser
prudentes y más reservados con nuestra vida personal. Hasta podríamos realizar un
libro de nuestra historia, TODOS tenemos una historia que contar, pero la
realidad es que hay cosas que no las debemos confiar.
Un ejemplo bien común es cuando das un testimonio, lo das
para facilitar un ejemplo de lo que Dios hizo en tu vida antes de conocerle,
pero no tienes que dar los detalles, esos… los conoce Dios.
No debemos exaltar el pecado en ninguna manera.
No debemos exaltar el pecado en ninguna manera.
También se da el caso de que hay personas que pueden pasar desapercibidas en la vida de alguien, hasta que tú le comienzas hablar, entonces comienzan a desviar su mirada hacia donde tú la tienes enfocada.
Las intimidades deben ser guardadas en nuestro interior, y
como decimos los boricuas lo trapos sucios se lavan en casa, esto quiere decir
que la prudencia y el ser reservados van de la mano.
La vida cambia segundo a segundo, el presente se vuelve en
pasado y el futuro es totalmente incierto, y aquella persona que convertiste en
tu confidente no sabes si mañana estará a tu lado.
Y todo lo que le confiaste. ¿Lo guardará para sí?
¡Calladitos
más bonitos!
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