No podemos comparar la época navideña de hoy con la de
antaño, Santa aún no había cruzado el charco como decimos los boricuas, y los
tres Reyes Magos, para los que vivían campo adentro, era otra cosa…
Relata la historia que cuando se acercaba el día de los Reyes,
aquellas hermosas y tiernas niñas llenas de alegría e ilusión, salían a buscar yerba para los
camellos, la echaban en una cajita de cartón y la colocaban en una esquina de
la humilde casa.
Otros niños colocaban las cajitas debajo de sus camas, en
fin toda una hermosa tradición, era un día muy especial, la ansiedad por saber cuál
sería el regalo reprimía un buen sueño, pero a pesar de que en algún momento el
sueño los venció, se levantaban más temprano que nunca.
Pero no todos los niños de la época tenían padres amorosos
que respetaban tan hermosa tradición y mucho menos la inocencia.
El correr apresuradamente sin lavarse la boca, en bata y con
las greñas paras, pero llenas de gozo y algarabía hacia el rinconcito de la
casa para ver que dejaron los Reyes…
¡Gran sorpresa! cada una encontraba una bolsita llena de excremento
de caballo…
Las carcajadas de burla de un padre abusador se confundían
con el gemir de una ilusión devastada.
Él volvió a romper en
pedazos los sueños e ilusiones de una tierna infancia…
Una historia de la vida real.
Que horrible la ilucion de la navidad de un niño es sagrada. Que tristeza , que pena por ese hombre digno de lastima quien lo habra lastimado tanto para crear tal mostro.
ResponderBorrar¡Cierto! Debemos pensar que detrás de cada persona que se muestra como un "monstruo" debe existir una historia de mucho dolor y profundas heridas. Gracias por comentar.
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