Azotes |
Cinco “chancletas” cada una con una historia que
marcó sus vidas.
Como ya había mencionado en otro artículo.
Ellas crecieron juntas, se amaban, y se cuidaban entre sí.
Como ya había mencionado en otro artículo.
Ellas crecieron juntas, se amaban, y se cuidaban entre sí.
Su única travesura era salir huyendo del “hogar” a toda prisa, corriendo descalzas a darse un rico
chapuzón en el río, al menos tenían un lugar donde poder reír y olvidar.
Aquel hombre llegaba durante el día y sin ninguna razón los estruendos de su voz daban la orden
aterradora…
¡arrodíllenseee!
De aquellas hermosas niñas, dos todavía muy pequeñas, pero tres de ellas conscientes de lo que les esperaba, le obedecían haciendo una fila
horizontal…
Sin misericordia, sacaba de la cintura aquella correa de
cuero con una pesada hebilla y los azotes en las espaldas no se hacían esperar.
La amorosa y frágil madre, nada podía hacer por sus
indefensas hijas, porque ella también era presa del miedo, el dolor del
silencio no podía callar los gritos y sollozos de aquellas que nada habían hecho
para merecer la crueldad de aquellos azotes.
Se fundían las lágrimas y el orín dando respuesta al dolor que
se esparcía por las viejas tablas del piso de madera de aquel pobre “hogar”.
(Basado en la vida real)
Recuerda: Si hoy resuenas lo difícil de aquel pasado, puedes "arrodillarte" ante la presencia de Jesús. Te aseguro que sanará cada herida perpetuada
en tu espalda, nadie como el para
comprender los azotes.
3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de
pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre,
combatiendo contra el pecado; (Hebreos 12:3-4)
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