sábado, 15 de noviembre de 2014

Azotes

Azotes
Cinco “chancletas” cada una con una historia que marcó sus vidas.  

Como ya había mencionado en otro artículo.

Ellas crecieron juntas, se amaban, y se cuidaban entre sí.

Su única travesura era salir huyendo del “hogar” a toda prisa, corriendo descalzas a darse un rico chapuzón en el río, al menos tenían un lugar donde poder reír y olvidar.

Aquel hombre llegaba durante el día y sin ninguna razón los estruendos de su voz daban la orden aterradora…

¡arrodíllenseee!

De aquellas hermosas niñas, dos todavía muy pequeñas, pero tres de ellas conscientes de lo que les esperaba, le obedecían haciendo una fila horizontal…

Sin misericordia, sacaba de la cintura aquella correa de cuero con una pesada hebilla y los azotes en las espaldas no se hacían esperar.

La amorosa y frágil madre, nada podía hacer por sus indefensas hijas, porque ella también era presa del miedo, el dolor del silencio no podía callar los gritos y sollozos de aquellas que nada habían hecho para merecer la crueldad de aquellos azotes.

Se fundían las lágrimas y el orín dando respuesta al dolor que se esparcía por las viejas tablas del piso de madera de aquel pobre “hogar”.

(Basado en la vida real)


Recuerda: Si hoy resuenas lo difícil de aquel pasado, puedes "arrodillarte" ante la presencia de Jesús. Te aseguro que sanará cada herida perpetuada en tu espalda,  nadie como el para comprender los azotes.

3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; (Hebreos 12:3-4)


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