miércoles, 15 de octubre de 2014

Avalancha


Cabo Rojo, Puerto Rico (efecto nieve)
Cuando enfrentas un problema no importa el que sea y no le buscas una solución a tiempo, enfrentarás un problema aún mayor. Lo cierto es que los problemas jamás dejarán de existir, pues cuando resuelves uno, el próximo está a la vuelta de la esquina.

El punto es… mejor trabajar con el problema que tienes en frente, antes de que se acumulen tantos que ya no puedas lidiar con ellos y estos hagan estragos en tu salud física, emocional y espiritual.

Existen diversidad de problemas, cada persona los enfrenta de acuerdo a su forma de ser, de su crianza, su estilo de vida, y su relación con Dios.

Huir del problema no resolverá nada, lo mejor que podemos hacer es enfrentarlo y buscarle una solución a tiempo.
No necesariamente debe de ser rápido, porque hay problemas y hay problemas…

Los problemas son buenos. ¿Qué…, buenos?

Sí, todo depende desde la perspectiva que lo veas, de la manera que lo enfrentes, dónde busques ayuda y el tiempo prudente para actuar.
O sea, que son como un examen que deberás coger y hasta que no lo pases, te darán otro una y otra vez, quizás más “lite” o más fuerte. 

Como decimos los boricuas… “pa’ que goces”

No voy a decirte cómo enfrentar tu problema, no me corresponde, ya que no sé cuál es el que enfrentas al momento de leer esto. No soy psicóloga, ni nada por el estilo, te hablo de acuerdo a mis vivencias.

Pero sí, te puedo decir; que no te apresures a resolverlo, detente un segundo, respira, ora, ve primero a la fuente de sabiduría que es Dios. No todo el mundo tiene la capacidad de darte un buen consejo, hay personas que al no ser sabias o no  prepararse en oración para aconsejar, podrían acrecentar el problema. Y podrías tomar una decisión que lamentarás.

Solo el tiempo te hará madurar al momento de enfrentar los problemas, porque algo te aseguro, de ellos aprenderás, crecerás, madurarás y verás el propósito del mismo.

Habrá problemas que nos llenarán de mucho dolor, porque hay un precio que pagar cuando tomamos malas decisiones, siempre habrá una consecuencia por nuestros actos.
Pero lo mejor que podemos hacer es reconocer nuestro error, pedir perdón, perdonar, perdonarte a ti mismo y rectificar.

Luego levántate, prosigue la marcha y prepárate a recibir el próximo problema con sabiduría, para poder llevar vidas victoriosas y de las experiencias ayudar a otros, que de seguro en un momento de la vida podrás servir de aliento y apoyo.

Jamás permitas que el problema se convierta en una bola de nieve y provoque una avalancha.

¡Dios te bendiga!





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