lunes, 20 de octubre de 2014

El papel de nuestra conciencia

En la vida de un creyente:
El papel de nuestra conciencia
Dios ha dado a cada cristiano una conciencia, que es como un radar que envía señales de alerta cuando tenemos que tomar una decisión, la toma de la misma podría ser perjudicial si no consultamos primero.  Esto hace posible que se distinga entre lo moralmente bueno o malo.

Por naturaleza estamos tentados a hacer lo malo, esto es lo que llamamos nuestra concupiscencia, por tal razón debemos procurar no ser sabios en nuestra propia opinión.
Pero en la vida de un creyente, la conciencia es una herramienta del Espíritu Santo.
Él la programa con los principios de la Palabra de Dios, y la agudiza para que responda con rapidez. Aún así, el único propósito del radar es enviar una señal, lo que suceda después, dependerá de nuestro libre albedrío.

Podemos ignorar la advertencia, o detenernos para escuchar lo que nos dice. El Espíritu Santo revela la voluntad de Dios y nos recuerda sus principios, para que podamos tomar una decisión sabia.

La carta de Pablo a Timoteo habla de personas que habían rechazado la guía de Dios en sus vidas, no habían hecho caso de la alarma de su conciencia (1 Ti. 1.19). El resultado fue el naufragio de su fe.

Dependiendo de nuestra relación y madurez espiritual podríamos ser tan sensibles a este maravilloso dispositivo, que no es otra cosa que el Espíritu Santo de Dios, dejándolo obrar en nuestras vidas. Necesitamos pedir estar llenos de Él, para que se agudice en todos nuestros sentidos.

Él nos hará ver y entender antes, durante y después. Pero, si el radar detecta algo, y tú lo ignoras con una actitud de desobediencia, su funcionamiento irá en deterioro, hasta perder toda la carga.

Se quedará allí, porque tu cuerpo es el templo donde mora, pero lo expones a tantas cosas que se irá poniendo triste, hasta contristarse por completo.
Si seguimos haciendo caso omiso de las alarmas, éstas finalmente dejarán de ser percibidas.

Dejarás de escuchar su voz, comenzarás a escuchar tu voz y empezarás a razonar con tu propia prudencia.

Es inevitable naufragar cuando el creyente no hace caso a su conciencia, y racionaliza o defiende la desobediencia y busca justificarla.

Es mucho mejor mantenerse en manos del gran capitán de nuestra alma, Jesucristo, su Espíritu Santo nos guiará de la manera correcta.
Pero hay una clave para mantener el dispositivo de alerta funcionando en óptimas condiciones…

Debemos rendir nuestra voluntad, para que Él tome el control absoluto. Necesitamos ejercitar diariamente la fe, el ayuno, la oración, escudriñar las escrituras, congregarnos, capacitarnos y adorar en espíritu y en verdad.
Aléjate de todo aquello que te aleje de él. Para mantener viva esa llama ardiendo en tí.


Retomar ese primer amor…

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