Viejo San Juan, PR |
El miedo y terror a la muerte, las amenazas a los seres que
amas, la posición social, la vergüenza, el repudio, y el tormento de pensar que
otros tomen la justicia en sus manos.
Infinidad de razones para guardar silencio…
La época de los años 1920, la inocencia era muy diferente a
la actual, en la cual muchos padres tenemos que ir rompiendo con la mentalidad de
la inocencia, para enseñar a nuestros hijos a estar alertas y defenderse a muy temprana
edad, para muchos algo sumamente doloroso…
Ella era una hermosa niña de apenas 12 años, ojos grandes y
oscuros, cabellera larga y negra azabache, de piel blanca pero de hermosos
rasgos taínos.
Llena de vida, alegre, dulce y soñadora como cualquier
jovencita a esa tierna edad. Criada en un hogar extremadamente humilde, dormía
en el piso y no siempre podía llevarse un bocado a la boca.
Su padre era un hombre sin escrúpulos,borrachón, machista,
mujeriego de aquella época, que en cada puerto tenía un “amor”…
Él montaba a caballo y una noche la llevó de paseo, mientras
cabalgaban hacia lo que sería el destino de ella, esa mente maltrecha maquinaba
una horrorosa sentencia, sin sospechar que al pasar del tiempo rompería el
corazón de muchos, por su vil determinación.
Pero esa noche, bajó de aquel caballo la inocencia… que sería
vendida a un hombre peor que su padre, aquel hombre de negro color, la compró,
¿Qué importancia podría tener cuánto pagó por ella? Totalmente irrelevante…
¿Cuánto pudo haberse echado al bolsillo, ese padre que
vendió por un alto precio de dolor y sufrimiento la inocencia de su propia
hija?
Cuántos años han pasado, para poder comprender, que si todas
ellas (cinco mujeres) se criaron en el mismo lugar, ella… era diferente, se
volvió una mujer “alegre”, una mujer “de mundo”. De un amor a otro, hasta que
consiguió ese “gran amor”, con el que decidió pasar el resto de su vida.
Difícil de entender, de digerir, se me hace un nudo en la
garganta, no queriendo ni imaginar cuánto dolor, para terminar en los brazos de
un hombre que era más vil, que aquel que la vendió y el que compró su
inocencia.
Su último amor, era un monstruo que crecía cada vez más,
dejando cantidad de víctimas a su paso, ultrajó a su propia nieta, sodomizó a
su sobrino, perdieron la inocencia de diferentes maneras y sus vidas marcadas
por el dolor del silencio.
Ella también murió, recuerdo que vi esa última mirada, ojos
ya pequeños por el marchitar del tiempo, negros e intensos, pero con una mirada
profunda, que hacían brillar ese último destello de paz.
Se hizo el silencio...y nos enmudeció.
(Una historia de la vida real)
(Una historia de la vida real)
Basado en una historia de la vida real.
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